Las defensas del huésped que lo protegen frente a las infecciones incluyen barreras naturales, las respuestas inmunitarias inespecíficas y respuestas inmunitarias específicas.
Barreras naturales
La piel: la piel impide la entrada de los microorganismos a menos que exista en ella alguna alteración física.
Mucosas: cubiertas por secreciones que tienen propiedades antimicrobianas. Las secreciones locales también contienen inmunoglobulinas, en especial IgG e IgA secretora, que impiden que los microorganismos se unan a las células del huésped.
Vías respiratorias: El tracto respiratorio tiene filtros en su porción superior. Si los microorganismos invasores llegan al árbol traqueobronquial, el epitelio mucociliar los transporta y los aleja del pulmón. La tos también ayuda a eliminar los microorganismos. Si éstos llegan a los alvéolos, los macrófagos alveolares y los histiocitos tisulares los engullen.
Las barreras del tubo digestivo: Incluyen el pH ácido del estómago y la actividad antibacteriana de las enzimas pancreáticas, la bilis y las secreciones intestinales. El peristaltismo y la pérdida normal de las células epiteliales eliminan los microorganismos. Si el peristaltismo se hace más lento, esta eliminación se ve demorada y prolonga algunas infecciones, como la shigellosis sintomática. El compromiso de las defensas gastrointestinales puede predisponer a los pacientes a determinadas infecciones. La flora intestinal normal puede inhibir a los patógenos; la alteración de esta flora con antibióticos puede permitir su proliferación excesiva o la sobreinfección por gérmenes que normalmente son comensales.
Las barreras del tracto urogenital: Incluyen la longitud de la uretra en los varones (20 cm), el pH ácido de la vagina en las mujeres y el estado hipertónico de la médula renal. Además, los riñones producen y excretan grandes cantidades de mucoproteína de Tamm-Horsfall , la cual se une a determinadas bacterias y facilita su excreción sin causar daños al huésped.
Respuestas inmunitarias inespecíficas
Las citocinas son producidas principalmente por los macrófagos y los linfocitos activados, y median las respuestas de fase aguda que se desarrollan con independencia del microorganismo implicado. La respuesta incluye fiebre y aumento de la producción de neutrófilos en la médula ósea. Las células endoteliales también producen grandes cantidades de IL-8, que atrae a los neutrófilos.
Respuestas inmunitarias específicas
La respuesta inflamatoria dirige a los componentes del sistema inmunitario hacia las zonas dañadas o infectadas, y se manifiesta con un incremento de la irrigación sanguínea y la permeabilidad vascular, lo que permite que los péptidos quimiotácticos, los neutrófilos y las células mononucleares abandonen el compartimento intravascular.
Después de la infección, el huésped produce una variedad de anticuerpos que se unen a blancos antigénicos específicos en los microorganismos. Los anticuerpos pueden ayudar a erradicar al microorganismo que causa la infección, ya que atraen a los leucocitos del huésped y activan el sistema del complemento.
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